RESEÑA: "FAHRENHEIT 451"

Esta novela es de ciencia ficción, hace énfasis en una idea distópica; una sociedad actual que fue descrita por Bradbury muchos años atrás y en la que se dice que ha acertado en muchas de sus ideas expuestas, pues en la historia nos habla de avances tecnológicos, de publicidad, de autos que corren a toda velocidad por las carreteras, nos presenta también una sociedad vacía, que se ve influenciada y obligada a creer y a pensar que los libros son sinónimo de angustia, de miedo y que se deben evitar a toda costa porque pueden herir a las personas.

Fahrenheit 451 es una novela corta, de lectura rápida, llena de metáforas y frases maravillosas, de esos libros que debes leer con una buena cantidad de post-it al lado.  La forma de escribir de Bradbury me llegó a cautivar, en lo personal, me tuve que detener muchas veces para poder encontrar el verdadero significado de sus palabras, para meditar cada una de las ideas que expone en este libro en particular.

El tema de las frases en el libro es a su vez, algo complicado o contradictorio, debido a que nos vamos a encontrar con frases hermosas que describen lo maravillosos que son los libros, como otras frases con razones falsas, provenientes de personajes que tratan de tergiversar las ideas, los gustos, el valor y los sentimientos de toda una sociedad, incluyendo a aquellos que gustan disfrutar del placer de la lectura.

De los personajes debo mencionar que amé a Clarisse, me llegué a identificar mucho con ella. Es un personaje bastante diferente a todos los presentados en la historia, ella es una de esas personas que se detiene y se dedica a ver todo mucho más allá de lo que la gente distraída entre la prisa y la cotidianidad, pueden ver.

Para mí los libros jamás dejarán de ser sinónimo de sabiduría y conocimiento, alimento para la mente. Puedo decirles que Bradbury es un genio para escribir, entre sus palabras, ideas y metáforas te deja con ganas de más, de seguir leyendo, tanto así que ya me he propuesto leerme  otros libros de él. La historia en general, es fuerte y te hará meditar sobre muchas cosas, sí que me hubiera gustado un final más “elaborado” por decirlo de algún modo, pero es una lectura muy ligera y buena, vale la pena leerlo, así que la recomiendo bastante y de calificación le doy un 4.

Calificación: 4/5

“Los buenos escultores tocan la vida a menudo. Los mediocres sólo pasan apresuradamente la mano por encima de ella.”

“Él yacía lejos de ella, al otro lado del dormitorio, en una isla invernal separada por un vacío.”

“¿Sabía que los libros huelen a nuez moscada o a alguna otra especia procedente de una tierra lejana? De niño, me encantaba olerlos.”

“―Oh, disponemos de muchas horas después del trabajo. ―De horas después del trabajo, sí, pero, ¿y tiempo para pensar?”

“Todos somos ovejas que alguna vez se han extraviado. La verdad es la verdad.”

“No son los libros lo que usted necesita, sino alguna de las cosas que en un tiempo estuvieron en los libros.”

“Lo importante es la felicidad. La diversión lo es todo. Y sin embargo, sigo aquí sentado, diciéndome que no soy feliz, que no soy feliz.”

“―Escuche. Tranquilícese―dijo el viejo con voz suave―. Lo sé, lo sé. Teme usted cometer errores. No tema. De los errores, se puede sacar provecho.”

Fahrenheit 451: la temperatura a la que el papel se enciende y arde. Guy Montag es un bombero y el trabajo de un bombero es quemar libros, que están prohibidos porque son causa de discordia y sufrimiento. El Sabueso Mecánico del Departamento de Incendios, armado con una letal inyección hipodérmica, escoltado por helicópteros, está preparado para rastrear a los disidentes que aún conservan y leen libros. Como 1984, de George Orwell, como Un mundo feliz, de Aldous Huxley, Fahrenheit 451 describe una civilización occidental esclavizada por los medios, los tranquilizantes y el conformismo. La visión de Bradbury es asombrosamente profética: pantallas de televisión que ocupan paredes y exhiben folletines interactivos; avenidas donde los coches corren a 150 kilómetros por hora persiguiendo a peatones; una población que no escucha otra cosa que una insípida corriente de música y noticias transmitidas por unos diminutos auriculares insertados en las orejas.